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1.1 Los conceptos de salud
y enfermedad
Con frecuencia se afirma que alguien está enfermo porque tiene tos y catarro, diarrea o porque se lesionó y no puede moverse según su voluntad. Al contrario, se afirma que alguien sanó cuando sus dolores o molestias han desaparecido. Tales expresiones son una mezcla de aspectos objetivos que cualquiera puede constatar (tos, catarro, una herida sangrante) y de sensaciones o aspectos subjetivos del individuo (dolor, tristeza, ansiedad, falta de movilidad) que normalmente aceptamos como reales y de cierta intensidad. Por otra parte, es posible entender que algunas alteraciones del organismo pueden pasar inadvertidas incluso durante periodos prolongados como en el caso de la hipertensión arterial, la elevación de la glucosa circulante en la sangre y de las tumoraciones benignas o malignas. Este tipo de alteraciones suele identificarse gracias a aparatos especiales, estudios de laboratorio o análisis microscópico o bioquímico de fracciones de órganos y tejidos. Así, una persona que se realiza este tipo de estudios puede dejar en forma súbita la noción de estar sano y enfrentar de pronto una enfermedad incurable e, incluso, una corta expectativa de vida, sin haber experimentado previamente molestias o limitaciones. Mantener niveles altos de presión arterial podría descubrirse hasta que se presentan intensos dolores de cabeza, cuando se encuentra un derrame sanguíneo ocular, con la presencia de un sangrado nasal abundante e incluso cuando la persona sufre un infarto al corazón. De lo anterior se desprende la idea de que la enfermedad es la expresión del funcionamiento incorrecto de nuestros sistemas, órganos y tejidos. Sin embargo, resulta difícil establecer con precisión en qué momento una parte de nuestro cuerpo ha dejado de funcionar correctamente y, todavía más difícil, saber cuánto tiempo pasará antes de que sea perceptible tal falla. De hecho, es común que una alteración inicial dé origen a otra que, a su vez, resulta perceptible. Por el contrario, el proceso para saber si una persona está sana es aún más complicado. Entre los médicos es común bromear diciendo que una persona sólo permanece sana mientras no haya acudido a consulta médica. Esto significa que es relativamente fácil para el médico encontrar alguna evidencia de que un individuo tiene al menos una alteración leve; por ejemplo, una falla de la visión, o la audición, una pieza dentaria con caries o cualquier otra cosa parecida. La salud es demasiado importante para dejarla a la deriva y que cada quien se maneje como le parezca. Pero tampoco podríamos aceptar que se considere como una aspiración inalcanzable y conformarnos con cualquier condición que se vaya presentando a lo largo de la vida. Entonces, ¿podríamos pensar que nadie está realmente sano? Para enfrentar esta cuestión se han llevado a cabo inumerables reuniones de expertos y se han publicado páginas y más páginas de documentos. Como dato curioso, al buscar en Internet la definición de salud, aparece un listado de casi un millón de páginas. Pero si revisamos de modo específico la página de la Organización Mundial de la Salud (oms), http://www.who.int/es/index.html, podemos encontrar que en 1946, el croata Andrija Stampar propuso que se incorporara a la constitución de la oms la siguiente definición con carácter universal: “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no sólo la ausencia de enfermedad o dolencia”. De inmediato aparecieron expresiones de inconformidad e incluso burla respecto a la propuesta de la oms. Se ha dicho, por ejemplo, que la salud no es un “estado” sino una condición dinámica y cambiante, incluso en periodos muy breves; por lo cual podemos sentirnos muy bien en un momento del día, pero en otro no. Además, parece inalcanzable la posibilidad de encontrar y mantener un “completo bienestar” en las esferas física —que parece mejor denominar biológica—, mental y social. En consecuencia, esta definición quizás afirmará la imposibilidad de que exista alguien sano en el mundo. Tal vez lo más práctico sería tomarla simplemente como un ideal que oriente a cada individuo para mejorar constantemente su vida en cada uno de los aspectos cruciales. Debemos tomar en cuenta otras posturas acerca de lo que se considera “buena salud”. De manera tal que podamos definir un conjunto de acciones individuales y sociales tendientes a mantener y mejorar nuestros niveles de salud, evitando así el mayor número posible de enfermedades y recuperando nuestra salud cuando estemos enfermos. Durante las últimas décadas se ha consolidado una tendencia que considera la salud como la capacidad del individuo de mantener el funcionamiento de su cuerpo en buen estado. Lo elemental es que la persona sea capaz de llevar a cabo de manera independiente ciertas actividades básicas como levantarse, asearse, vestirse y alimentarse. Luego se agregan actividades como estudiar, trabajar, jugar y otras de carácter complejo. Desde esta perspectiva, alguien puede considerar que tiene buena salud, aunque no sea capaz de realizar una actividad física intensa, como jugar un partido de futbol. También se puede ver como enfermo a un individuo con grandes capacidades físicas, pero incapaz de relacionarse adecuadamente con otras personas. Ahora bien, más allá de las definiciones de salud, es muy importante establecer las responsabilidades que cada uno de nosotros y las organizaciones sociales tenemos para lograr que todos vivamos mejor. Un ejemplo fácil de entender es la utilización de vacunas, como la del sarampión; en este caso los individuos tenemos la responsabilidad de acudir a vacunarnos y las instituciones de salud, sean públicas o privadas, la de aplicarnos la vacuna. Cuando lo anterior se cumple de manera cabal, después de un cierto tiempo es posible, incluso, llegar a erradicar una enfermedad, como sucedió en el mundo con la viruela, enfermedad producida por un virus y que, a través de la historia, causó la muerte de muchísimas personas. Desafortunadamente, no todo es tan fácil de entender como en el caso de las enfermedades que pueden prevenirse mediante una vacuna. Si tomamos el caso del tabaco, entramos en un escenario totalmente distinto. Ahora sabemos que fumar es un hábito que perjudica más a la salud de los humanos que cualquier otro. Se sabe que el consumo de tabaco puede provocar cáncer pulmonar, aunque la mayoría de los fumadores nunca llega a padecer esa enfermedad. Sin embargo, sí contrae otras, también relacionadas con el tabaco, como: infartos de corazón, asma, bronquitis crónica, enfisema pulmonar, infecciones respiratorias y hasta disfunción sexual. El problema radica en que el tabaquismo debe combinarse con otras condiciones, como las características genéticas del individuo, la contaminación ambiental, la mala alimentación y la falta de higiene personal para que una persona enferme. |
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