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4.1 Teoría narrativa
Narrar

Narrar es un acto discursivo con propiedades particulares que lo ponen en una relación especial, tanto con el enunciador como con el contenido y/o referente de su enunciado. Dar cuenta, narrar, relatar un acontecimiento implica la precedencia, parcial o total, de dicho acontecimiento; dicho de otro odo, entre lo acontecido y el acto de narrar existe una distancia temporal necesaria —hacia el pasado, o incluso hacia el futuro, en el caso de las narraciones predictivas, oráculos o premoniciones—, pues narrar presupone algo que narrar, aun cuando los acontecimientos sean inventados y no meramente referidos. Es por ello que, aunque todos los tiempos gramaticales puedan ser utilizados para narrar, los relatos tienden, “ naturalmente”, a elegir el pasado como tiempo narrativo privilegiado (perfecto, imperfecto y pluscuamperfecto).

En el acto de narrar está implicada la memoria como uno de los modos posibles de expresión de nuestra experiencia temporal; de ahí que narrar se nos presente básicamente como la reformulación de nuestra comprensión de la acción cumplida; de ahí también que el recuerdo sólo pueda ser comunicado en modo narrativo. Por otra parte, la narratividad, que conlleva la noción de acción humana como encadenamiento selectivo y significante de acontecimientos, implica una evolución en secuencia que sólo puede ser transmitida, o bien en el modo narrativo (alguien da cuenta de algo a alguien), como una serie de acontecimientos, o bien en el modo dramático, a través del diálogo. Narrar implica siempre la presencia de un enunciador que funge como mediador entre el enunciatario y los acontecimientos relatados.

Ahora bien, desde el punto de vista formal, el discurso narrativo, en su materialidad lingüística, se definiría frente a otras formas de discurso por su relación con los otros dos aspectos del relato: la historia y el acto de la narración. La historia y la narración no existen para nosotros salvo a través de la mediación del discurso narrativo. Pero, recíprocamente, sólo habrá discurso narrativo si éste narra una historia, de lo contrario no sería narrativo (como en el caso de la Ética de Spinoza, por ejemplo), y si es enunciado por alguien, de otro modo no sería un discurso en sí (como, por ejemplo, una recopilación de documentos arqueológicos). Como relato, cobra vida gracias a su relación con la historia que narra; como discurso, adquiere vida gracias a su relación con el acto de narrar que lo enuncia.1

1 Gérard Genette, “Discours du récit”, p. 74.