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2.1 El texto narrativo y su propósito comunicativo
VI. ¿Quién cuenta la historia?

En la presentación de una narración hay alguien que cuenta lo que sucede y a quien se le denomina “narrador”. Aunque existen muchos tipos de narradores, aquí sólo revisaremos los cuatro básicos.

—¡Ese sí es un narrador omnisciente!... pero ese narrador no va a disculparme y, desde luego, no me gustaría contar una mentira en la que yo sea el protagonista, como sucede con...— El licenciado observa los libros que se encuentran en la sala de espera. Uno de ellos tiene un título atractivo: El sueño de los cinocéfalos. Abre al azar el texto y lee:

Hay algunos momentos que contienen el germen de lo que somos; después vienen las repeticiones, con variantes maquilladas para que no las reconozca uno al principio. A veces es difícil identificar cuál es la experiencia original, para ello es necesario saberse mover como ratón entre los sótanos de la memoria.

Antes del episodio de la sopa no ingerida, recuerdo otro: una vez que concluí mi estancia en el jardín de niños, mis padres solicitaron mi ingreso a la primaria, el cual fue negado por no tener todavía los seis años cumplidos. Me faltaba un mes y medio para llegar a esa edad y no hubo forma de convencer a los distintos directores de las escuelas de que se me diera la oportunidad de no interrumpir mi incipiente, pero prometedora, trayectoria escolar. Estuve un año contemplando cada mañana, desde el sillón de la sala, los rayos del sol que se filtraban a través de la celosía del edificio de enfrente y que venían a descansar en el piso de mi casa. La sombra reticular de la celosía guardaba pedazos de sol en cada compartimiento; conforme pasaban las horas, se retraía hasta desaparecer y luego me dedicaba a explorar el diccionario. Leía sin saber leer, pensando que las palabras decían lo que yo quería o lo que imaginaba que debían decir.

Pienso lo mismo ahora, el mundo tiene una lectura distinta para cada quien; nadie coincide nunca con otra persona, las relaciones humanas son una historia de malentendidos y confusiones. Somos pedazos de un sol fragmentado, dividido por sombras, que cae después de un viaje de miles de kilómetros, sobre los mosaicos del piso de una casa cualquiera.

Acosta, Andrés, “Su perfil”, en El sueño de los cinocéfalos,
México, UNAM, 1997 (Confabuladores), pp. 26-27.

—¡Eso sí es una narración!... y quien la cuenta es el mismo protagonista... Pero a mí no me gustaría ser protagonista... Es más probable que un testigo narrara lo que yo invento que me sucedió anoche... ¿y cómo contaría lo ocurrido un testigo?

Abre la página sesenta y uno del libro que tiene en las manos y lee:

Entre los lavacoches hay uno que tiene el liderazgo sobre los demás: Picaso (tiene la nariz curva y larga a la manera del pico de un ave); de vez en cuando viene conmigo a platicar y a pedirme libros prestados. No terminó la secundaria por andar en el desmadre; sin embargo, le gusta leer. Constantemente tiene disputas con los otros por el reparto del dinero. Ahora está discutiendo a gritos con el Simio, al que le quiere imponer una multa por mentir a la hora de declarar lo que ha ganado durante la mañana. La unión de lavacoches le da la razón a Picaso por unanimidad. El improvisado juicio callejero llega a su desenlace entre gritos y rechiflas; parece que el Simio finalmente es coaccionado a acatar la sentencia, o sea que entre varios lo sujetan, le sacan el dinero, le quitan los pantalones y los arrojan a las ramas más altas de un árbol.

Acosta, Andrés, “Entre los lavacoches”, en El sueño de los cinocéfalos,
México, UNAM, 1997 (Confabuladores), pp. 61-62.

—Aquí —Carranza reflexiona—, el narrador no cuenta las cosas como las vivió, no se aparta de ellas como si las viera desde lo alto, sino las cuenta como testigo mismo de lo que sucede...

“Vi que el licenciado Carranza ayer, a las 22:30 horas, en el momento en el que...” Tal como ocurre en las declaraciones de los testigos... como debieron haber manifestado ante la autoridad los tripulantes de la patrulla en la querella de la señorita Talamontes: “Al llegar a la esquina de Niño perdido testificamos que la declarante...” ¿Y si mejor pudiera traer a la realidad al adolescente que arroja los tenis viejos hacia los cables de luz?... Declararía yo, declararía él... declararía algún vecino, un empleado de la Compañía de Luz. No un narrador único, sino un narrador multiplicado, múltiple...

Carranza Otero descubre un libro donde se encuentran las obras completas de Miguel de Cervantes. No puede faltar en él El Quijote, Las novelas ejemplares... y un texto del que jamás escuchó hablar: Los trabajos de Persiles y Sigismunda. Busca la página donde se encuentra esta novela y lee:

[...] Finalmente mi hija se encerró en el retraimiento dicho y estuvo esperando su perdición; y cuando quería ya entrar un hermano de su esposo a dar principio al torpe trato, veis aquí donde veo salir con una lanza terciada en las manos, a la gran sala donde toda la gente estaba, a Transila, hermosa como el sol, brava como una leona y airada como una tigre.

Aquí llegaba de su historia el anciano Mauricio, escuchándole todos con la atención posible, cuando, revistiéndosele a Transila el mismo espíritu que tuvo al tiempo que se vio en el mismo acto y ocasión que su padre contaba, levantándose en pie, con lengua a quien suele turbar la cólera, con el rostro hecho brasa y los ojos fuego, en efeto, con ademán que la pudiera hacer menos hermosa (si es que los accidentes tienen fuerzas de menoscabar las grandes hermosuras), quitándole a su padre las palabras de la boca, dijo las del siguiente capítulo: [...]

—Salí —dijo Transila—, como mi padre ha dicho, a la gran sala, y mirando a todas partes, en alta y colérica voz dije: [...]

Miguel de Cervantes, Los trabajos de Persiles y Sigismunda, libro I, cap. XIII.

—¡Oh...!, es como si se hubieran multiplicado los narradores... Aunque cuentan una sola historia...

—Licenciado Carranza, lo espera la licenciada Leyva...

¿Inventará una historia el licenciado Antonio Carranza? ¿A qué tipo de narrador recurrirá para hacerlo? ¿Dejarán de perseguirlo las narraciones? ¡No se pierda el último episodio de La narración que perseguía a un hombre!

 

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