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Errores en la argumentación
3.2 Las Falacias

Algunos de los errores en la argumentación más usuales, consisten en expresar argumentos que parecen buenos argumentos pero que no lo son. Vale decir, que parecen válidos pero resultan inválidos, porque es posible que sus premisas sean verdaderas y su conclusión sea falsa. Asimismo, en ocasiones creemos haber hecho un razonamiento correcto, pero bajo un análisis lógico resulta incorrecto, porque la conclusión no tiene una relación de consecuencia con las premisas que supuestamente le dan base.

Se denominan falacias a este tipo de argumentos en donde no hay relación de consecuencia y por lo tanto las premisas no implican la conclusión o la conclusión no se deriva pertinentemente de las premisas. Siendo argumentos incorrectos e inválidos, las falacias nos sorprenden y persuaden porque parecen argumentaciones válidas y correctas.

Copi y Cohen, por ejemplo, reservan el nombre de falacia a los "argumentos que, aún cuando sean incorrectos resultan persuasivos de manera psicológica." 1 Así pues, uno de los aspectos importantes de las falacias consiste en su poder persuasivo, -sea que nos "parezcan" verdaderas por las influencias del contexto, el mal uso del lenguaje o el mover nuestros prejuicios, pasiones o emociones-, lo cual hace que las aceptemos como válidas o correctas, aún cuando no lo sean. La apariencia de validez se debe a que las falacias presentan un esquema de premisas y conclusión.

De acuerdo con éstos autores existen dos grupos de falacias: las formales, en donde se ubican las de Afirmación del consecuente y Negación del antecedente; y las informales. Aquí nos ocuparemos de éstas últimas por ser las más usuales.

Las falacias informales se dividen en falacias de atinencia y de ambigüedad.

Las falacias de atinencia son aquellas cuya incorrección o invalidez está en que la conexión entre las premisas y conclusión no es lógicamente adecuada, no es pertinente, y la conclusión no se sigue o infiere de las premisas. Al fallar ese aspecto se constituye en un error del razonamiento y, por lo tanto, de la argumentación.

Por su parte, las falacias de ambigüedad se cometen por un mal uso o abuso del lenguaje, particularmente de algunos términos que constituyen las proposiciones dentro del argumento, tanto en las premisas como en la conclusión. La falta de claridad en el lenguaje es lo que les vale el nombre de falacias de ambigüedad.

Tenemos así que las falacias informales se dividen en falacias de atinencia y ambigüedad. Las falacias de atinencia son: Ad hominem, Ad verecundiam, Ad populum, Ad baculum, Ad misericordiam, Ad ignorantiam, Accidente, Causa falsa, Petición de principio, Conclusión irrelevante, entre otras. Las falacias de ambigüedad son: Equívoco, Anfibología, Énfasis o acento, Composición, División, entre otras.

En lo que sigue, veremos en qué consisten algunas de ellas.

1Copi y Cohen, Introducción a la Lógica, México, Limusa, 2005, p. 126.